lunes, 9 de julio de 2012

Canto entre zebras

Siento el ardor en el pecho nuevamente.
El pinzón que mató al parásito
es ahora el que bebe la sangre desparramada.
Urde su pico entre la fibra
para romper las venas expuestas, hinchadas.
No le importa que duela,
él no siente nada.

Cuando el viento habla de nuevo
se lleva al pájaro traicionero.
Y se posa en corazones ajenos,
desparasitándo veneno.

Y aquí estoy,
sangro otra vez
la sangre se desperdicia
y acumula dentro del pecho,
se pudre y espeza.

Y aquí estoy
llamando al pinzón traicionero,
lo diviso a lo lejos
entre pelaje humano.
Y me río de lo que tengo,
de las enfermedades que trajo,
porque antes era un alma pura, blanca
y ahora habita un cuerpo de sangre fría,
coagulada.





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