domingo, 24 de abril de 2011

Camino rastrero


Caminando a paso agotado, arrastraba a su pequeño compañero que deambulaba sin conciencia. No podía abandonarlo. Debían de seguir los 2 juntos aunque eso significase el fin de toda la campaña. Por ello, ambos habían decidido unirse para compartir fuerzas mutuas en los momentos de flaqueza, la técnica había funcionado durante la primera década, pero los continuos obstáculos y peleas los habían debilitado demasiado. Ya quedaba poco cuando ambos se desplomaron, la energía se les había acabado y no bastaba para continuar y culminar así su largo camino. Tirado en el piso, el más grande recordó los inicios, fáciles y simples comparado con lo que habían sufrido ambos. A su vez se estremeció al pensar que iban a fallar, quedando tan poco por recorrer. El pequeño, inconsciente por el trayecto, soñaba estar en su utopía, descansando en su hogar luego de haber llegado exhausto a lo que era su esperado destino, el que siguió por años con esmero y afán, resistiendo los peores infortunios, de aquellos inimaginables. Mientras reposaba en su cómodo lecho, bajo la luz y el calor de las velas, junto a una bandeja llena de los mas preciados y suculentos manjares, recordaba como llegaron juntos.
Con su último aliento se levantaron y marcharon a paso unísono y determinado hasta cumplir su meta.
Levantó la vista y vio a su amigo a los ojos y descifró la tranquilidad que éstos reflejaban, mientras le acariciaba su cabeza y le decía: Lo logramos, lo logramos.

domingo, 17 de abril de 2011

Vísperas de pascua, memorias infaltables

Se viene la pascua de resurrección y con ella, recuerdos de ella. Es difícil evitar pensar en ellos, y más cuando se recuerdan tan bien, aunque de vez en cuando me da la impresión de crear recuerdos o "arreglarlos" acorde a los sueños o fantasías infantiles. De lo que se asoma a mi mente en este minuto puedo mencionar la que recuerdo como la mejore de mis pascuas (hasta ahora).
Recuerdo, que fue cuando tenia 5 o 4 años. Recuerdo cuanto nos costaba conciliar el sueño junto a mi hermano, a causa de la emoción que nos provocaba el solo pensar que al momento de estar soñando, el conejo pasaría y dejaría sus preciados huevos, que sólo se podían conseguir en esa época del año. Antes de ir a dormir, le habíamos dejado pasto y unas grandes y naranjas zanahorias como forma de agradecerle la esperada visita y brindarle comida para el camino.
Apenas desperté de inmediato fui a despertar a mi hermano, puesto que teníamos la regla que en cualquier ocasión de esa importancia, debíamos de despertar al otro para ir juntos a abrir los regalos o buscar los huevitos. El punto es que cuando bajamos, lo primero que desvió mi vista fue el pasto esparcido en la bandeja y los trocitos de zanahoria esparcido por doquier. Noté la iluminación del rostro de mi hermano cuando levante la vista y vi en cada rincón }, en cada sillón, un pequeño nido con huevitos de chocolate y de caramelo, vigilados por conejitos de mazapán y sus zanahorias. Y al prender la luz, salieron a la vista 2 huellas blancas gigantes de conejo en la bandeja de metal donde mi papá ponía los vinos. Creo que el conejeo se llevó algo más que las zanahorias.
En fin de las mejores pascuas que recuerdo, aun maravillada por el milagro de las patas blancas, la ventana abierta y la fantasía aun viva.